Este camino no lo elegí, me eligió a mí.

Perdí a mi hija Camila y con ella se fue todo lo que conocía de mí, pero también comenzó el renacimiento más profundo de mi existencia con una invitación a renacer y transforme integrando todo lo que aprendí para superar la trascendencia de mi madre que fue muy traumática hace 13 años, juntas aprendimos a sanarnos, compartimos nuestro respeto a la vida comprendiendo que la muerte no es el final y así vivimos desde un punto de vista diferente creando momentos conscientes junto a Nicolas mi hijo, y la familia. Cuando creímos que nuestra vida empezaba un nuevo rumbo, Mi hija trascendió.

Camila ya no está en forma humana. Pero su luz vive en otros cuerpos, en otras decisiones, en otras miradas porque sus órganos fueron donados para dar vida a otras vidas Y ahora vive en ti, que hoy estás aquí, leyendo estas palabras, activando tu propio camino.

La muerte no apaga la vida. La expande, trasciende te invita a vivir siendo tu misma Y si estamos dispuestas a mirar más allá del dolor, podemos empezar a caminar sin ellas… sino con ellas.

Hoy, CAMINA existe porque su vida, y su partida, sembraron luz. Este espacio es para ti, si sientes que has perdido tu rumbo, tu voz, tu cuerpo, tus ganas... Y aún así, sabes que hay algo dentro de ti que quiere recordar para qué estás aquí.

Mi misión es sostenerte y guiarte como aprendí a sostenerme y guiarme a mí: con verdad, sin máscaras, con compasión, comprensión a tu cuerpo y a tu propósito. Te acompaño a volver a ti.